Valencia

Algunos emprendedores conciben la marca como un simple elemento de mercadeo mientras desestiman, o desconocen, su cualidad de activo intangible. Es decir, se enfocan en la marca como indicador del origen empresarial o calidad mientras obvian que esta posee un valor cuantificable en términos monetarios y que en ocasiones supera el de activos tangibles como la planta o el equipo.

¡Hagamos un ejercicio! Imagine una empresa productora de alguna bebida ampliamente reconocida por el público, repentinamente un accidente devasta la planta de llenado y con ello la empresa se ve imposibilitada para abastecer a su mercado ¿Qué hacer como propietario? ¿Cerrar? ¿Llorar? Pues nada de eso será necesario si se realizó la debida gestión legal para obtener la titularidad de la marca, ya que contará con un activo que podrá valorar, ceder, licenciar e incluso hipotecar con independencia de sus bienes muebles o inmuebles.

Recordemos que rara vez las personas están conscientes del espacio físico donde se elaboran los productos que consumen, pero desde el punto de vista psicológico las mismas personas perciben los elementos que conforman la marca y con ello emulan sensaciones o experiencias previas que de haber sido satisfactorias estarán dispuestas a adquirir una y otra vez. Esto significa que mientras algunos competidores buscan reconocimiento para poder vender otros venden porque cuentan con el capital comercial de una marca posicionada en la mente del consumidor.

Ahora bien ¿Cuánto vale este preciado recurso que le permite preservar participación en el mercado? ¿Cómo se valora una marca? Pues del mismo modo que otros activos bien sea en función de lo que alguien esté dispuesto a pagar o a través de la evaluación de un perito quien iniciará por examinar la antigüedad, trayectoria publicitaria y protección legal, entre otros parámetros, tras lo que sugerirá una cantidad de dinero razonable para realizar transacciones como la solicitud de créditos bancarios, la captación de nuevos inversionistas o el aumento de capital.

¿Cuál es entonces la importancia de la protección legal? En primer lugar que a la hora de realizar transacciones en las que se encuentre implicada alguna marca el interesado verificará la titularidad y si la protección ha sido debidamente realizada. En segundo lugar el registro de un signo distintivo concederá un derecho de exclusiva y por extensión la capacidad para accionar judicialmente en contra de posibles plagios, usos indebidos o no autorizados e incluso la posibilidad de evitar la vulgarización de la marca. Y en tercer lugar dado que el alcance de la protección es territorial, los privilegios del titular se circunscribirán a la jurisdicción en la cual la marca ha sido registrada, por lo que es ampliamente recomendable que dicho registro se realice en consonancia con la estrategia de comercialización de la empresa, de su plan de internacionalización y a través de la contratación de especialistas en la materia quienes le proporcionarán los mecanismos de protección adecuados a sus intereses y presupuesto.

En definitiva la marca ocupa un espacio en la mente de los consumidores y esta cualidad posee un valor económico supeditado a la debida gestión de los aspectos legales y comerciales.